sábado, 20 de junio de 2015

Despierta

Entraba a la cocina el animal, clavó sus ojos en ella, y  sus ojos le decían palabras mayúsculas, sus ojos le gritaban con la más brillante idiotez: ¿Qué estás haciendo?


Mientras lavaba los platos, ella recibió la mirada del animal y consigo  la puñalada de la culpa que le atravesaba desde sus más inocentes pensamientos, hasta sus más efímeros planes, atravesaba lo que ha hecho y lo que ha dejado de hacer, se enredaba en los múltiples hilos de su identidad, los cortaba,  desangraba sus ilusiones y finalmente, ponía en agonía sus decisiones.

De repente, apareció la hermosa. Quien pronunció las palabras más dulces e inexpertas de su desgraciada inocencia:

¿Sabes?, desafortunadamente no escogemos lo que seremos. Desafortunadamente vamos creciendo y el mundo nos empalaga de todo lo que no deseamos ser. Después, año tras año va apareciendo la más descarada incoherencia  y cinco mil  dedos que apuntan en todas las direcciones y se mueven en todas las dimensiones, están al frente tuyo y te dicen que debes ser muchas cosas que jamás has sido, que jamás has aprendido a ser. Entonces te frustras, te frustras porque no puedes escapar ni correr al ritmo de ese afán de perfección, te frustras porque no puedes corresponder al beso de la cordura.

Como si fuera poco, cuando de pronto logras cambiar algo con lo que no estabas cómodo y te sientes pleno, entonces eres ávaro y desenfrenadamente vas  vaciándote de lo que eres mientras vas comiéndote ideales utópicos de lo que quieres ser.

Al final escribirás un libro que hable acerca de los errores que cometiste en medio de la guerra endémica que se libró en tu alma y entonces tu desgracia será la fortuna de muchos y entonces tú respirarás paz porque estarás en medio de arrugas, de mejillas marcadas por lágrimas impotentes, de un corazón que aun con toda la carga que representó tener una vida que llevar en sus lomos,  luchó y fue lo mejor que pudo.

Calma, que ésta es la primera vez que estás soñando ésto, no tienes que saber qué hacer.



domingo, 14 de junio de 2015

Hola

No grites más, no grites más que me estás dejando sorda. Me dejas sorda y entonces nunca más podré escucharme.

En el afán se van enredando mis pies con la maraña que se me olvidó limpiar antes de tener la osadía más cobarde de todas y lanzarme a correr. 

Volvió el viento de paz que de fondo trae una melodía suave y delicada que me abraza el alma, me acaricia el corazón y me dice que me acuerde a quién pertenece el papel y el lápiz, me dice que no cometa el peor de los crímenes, que ponga cuchillo a mi dolor y no le permita hacerse vida. 

Soy tan grande cuando lo recuerdo. 
¡Mira cuánto brillo destilo a través del cristal de mis lágrimas!  


jueves, 11 de junio de 2015

sábado, 6 de junio de 2015

A qué le llamas amor...

¿A qué le llamas amor? 

¿A la vividez de un momento? ¿Al frenesí de un sentimiento?

Qué pasa cuando la emoción nos abandona, qué pasa cuando huye lejos y se pierde en el espacio y el tiempo. 

Con qué facilidad vamos proclamando el amor, como si se tratase de un trapo con el que limpiamos el reguero de nuestros sentimientos. 

La palabra amor es una bocanada vana que se les está escapando de entre las palabras. 

¡No! El amor no se trata de dejar que todo fluya y ya está. Yo no creo eso. 

El amor es agarrar el sentimiento, mirarlo a los ojos y gritarle con todo el corazón que sea verdad, que por encima de lo que se le antoje mañana, decidiremos amar. 

Ése amor tiene más sentido.