viernes, 1 de julio de 2016

Vuelen

Palabras anodinas aparecen,
merodean a mi alrededor como mariposas,
buscando una libertad indecisa que no sabe todavía
si quedarse posando entre flores o si emprender vuelo hacia
tierras que sus alas aún no han conocido.

Querer encontrarse al margen de la sabiduría y exactitud del lenguaje es
aproximarse a una victoria pírrica, un síntoma de la gran peste; como un patalear constante en el charco de intentos reaccionarios que buscan un encuentro idílico entre lo nombrable y lo innombrable.

Y es que siempre nos quieren reducir a letras, a formalismos, al beso en la mejilla, a la ubicuidad de la opinión; como si nuestra existencia misma no representara más enigmas que garabatos demandantes de interpretación.

Desde cuándo el silencio se volvió enemigo, objeto militar de la época, ruido nefasto
que necesitamos destruir mediante un diletantismo descarado, porque recuerden, más vale el ruido que el ruidoso silencio.

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