lunes, 28 de julio de 2014

LLueves



Oraciones que mi corazón oró ascendieron y se acumularon en una nube que hoy estalla, una nube que llueve gloria, tu gloria.


Desciende un diluvio de tus misericordias, de tu favor, de tu gracia.

Va viniendo el relámpago de tu poder quebrantando todo lo que ha sido, proclamando que ya nunca más será.


Vienes y mueves mi universo. Vienes a derramar lo que aún ni merezco.


¿Quién soy yo para que engendres de mis deseos, las más maravillosas realidades?


Quién soy yo para que cada día acaricies mi existencia con la dicha de saber que viva estoy en ti.


Quién soy yo para que me permitas navegar en los ríos más refrescantes de tu corazón, empapándome de tu gloria, gritando de tu libertad, abrazando la realidad de tu presencia.


Quién soy yo para que me consientas con tus minuciosos detalles, esos que sólo tú y yo conocemos, esos que me dibujas con un susurro sin palabras que me dice: Yo Te Amo, te pienso, estoy aquí.


No hay mayor gozo, no hay nada mejor que tu dulce amor.

No hay nada más precioso que sentir que cada palpito de mi corazón va acompañado de tu deseo de darme vida, una vida dirigida de tu mano, de tu soplo, de tu aliento.


Piensas en mí,

¿qué más necesito yo saber?


Te vistes de gloria, me envuelves.

Entretejida dentro de tu corazón, allí estoy.

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