viernes, 4 de julio de 2014

¡Boom!

No quisiera llorar pero se me salen las letras. 
El que come sólo estalla mal. 

Extraño estar sola. Extraño hablar conmigo y asincerarme tanto hasta romperme el corazón con puñaladas de transparencia. 

Ser equilibrado es deshumanizarse. Ahí está Dios, apuntando a nuestro llanto de frustración, preguntándonos si queremos echar mano del saco salvavidas cuando nos ahogamos en nuestras propias aguas. 
Nuestra humanidad nos pone de rodillas. Pero de rodillas ante quién, ese el problema. 

El hermoso deseo que desde siempre me acompañó, el deseo de amar y la afinidad profunda de sentir mío el asunto de otro, luchar por la causa del otro como mi propia causa, sentir el palpito del dolor del otro como mío. 
Mi bendición y mi desgracia. Mis limitaciones son las culpables. 
Un desequilibrio que me grita y me golpea. Un desequilibrio que me dice que soy culpable. 

Exploto lentamente cada mentira que me ha sido dicha por mi peor enemiga. 

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