martes, 14 de abril de 2015

S

Si te contara cuán difícil es que una lágrima se asome por mis ventanas. 
¡No lo creerías!  

La soledad que martirizó mis pies mientras tocaban el pasto, la soledad que solía susurrarme tormentas de mentiras pueden ser las manos de Dios cuando necesitamos despegar el corazón de miedos pegachentos. 

Me encanta la osadía con la que andas por la vida, siendo la fuerza de tu debilidad. Caminando con paso pertinente y mirada que penetra en la eternidad de los ojos celestiales que has conocido y han sido tu dicha. 

Si me preguntas quién soy, te diré que soy una hija con sonrisa de diamante, no sé y de wolframio. ¡Mírame! 

Soy tan hermosa... 
con mi espada, como toda una guerrera, tumbando tus mentiras. 

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