miércoles, 22 de abril de 2015

Después de tanta sinceridad viene la necesidad de exhibición.

Cuando se escribe sin pretensiones uno logra una introspección casi que perfecta.
El latido del corazón va haciendo juego con cada idea, con cada palabra, con cada frase,
Las letras comienzan a ser como espejos de cada tormenta, de cada desespero, de cada anhelo, de cada esperanza que en uno se encuentra.

Pero claro, si se hiciera público todo lo que uno escribe con la previa motivación de guardarlo para sí,  se vería distorsionada la transparencia de lo que somos por la posibilidad de un espectador.

Mira lo que se avecina a la vuelta de la esquina viene Diego rumbeando.



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