lunes, 4 de mayo de 2015

Nm

Dejo que me salgan las más profundas letras.
Incluso las más rebuscadas, las más escondidas. 
Las más tímidas, las más temidas.
Las más poderosas, las más cargadas. 
Las más vívidas, las más fugaces. 

A diferencia tuya, yo no tengo miedo de sacarte. 
De hacerle frente al universo de sentimientos que me suscita tu presencia. 
Desafiarlos y echarlos, porque a la final, ya no sirven más.

Me funcionó muy bien guardarte en un rincón intocable de mi alma.
Pero si vuelves y me tocas las fibras de ése rincón, echas a perderlo todo. 
Y yo no quiero andar desarmando lo que tanto me costó construir. 
Sé vivir sin ti muy bien. Sé ser realmente feliz sin ti. 
Pero sin que vengas a evocar memorias de un amor que murió hace años. 
No me antojes de lo que no existe más. 

Llevo una bolsa de frases cliché recicladas y  desentonadas que me han dicho cuánto valgo la pena y lo hermosa mujer que soy. Una falacia más. 

Soy el reto de tu virilidad. Soy la mujer que te da miedo amar. 

No necesitas consolarme. Ni disculparte de ser lo que eres ni de lo que hoy es tu vida.
Tú lo elegiste, vívelo.

Hay una sala de espera en donde se encuentran todos los que alguna vez amaron de verdad, con un amor que se untaron hasta el por siempre. Una sala de espera de enamorados que guardan si quiera una pizca de esperanza de que su amor entre por esa puerta. Ya me voy. 

Amores cojos. Cojos porque alguno de los dos camina mal, no lleva el ritmo de la pata enamorada y llena de expectativas. 

Ya te había olvidado de alguna manera muy poderosa y saludable. Pero aún anhelaba un encuentro milagroso entre nosotros.

Ahora que te he contemplado de cerca después de tanto tiempo, me doy cuenta de que es hora de dejarte ir completo. Me doy cuenta y acepto que yo no fui, ni soy, ni seré la mujer de tus luchas, ni de tus ganas de perseguir, aun con la innegable belleza que representaron las experiencias vividas, eso no nos alimentó el corazón ni las expectativas en una misma medida a los dos.

Me voy queriéndote como siempre, con el deseo de verte feliz y lleno de vida. 
Pero con la decisión de dejarnos ir y enterrar mi amor y mi deseo de ti en el mismo espacio y tiempo donde tú decidiste irte y abandonarnos. 

No te odio, jamás lo haré. 








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