domingo, 10 de mayo de 2015

Lo que el futuro me roba

Ver al futuro es ver un cristal empañado. 
Es vislumbrar una expectativa desde aquí, desde la lejanía de los años. 

Ver al futuro es contemplar un abanico de sueños, una catastrófica oleada de decisiones que no hemos tomado. 

Ver al futuro es correr hacia un lugar desconocido. Es correr hacia un lugar que nos atrae, nos encanta, nos llama a entregarnos en cuerpo y alma. 
Porque para eso vivimos todos los días, para llegar "al futuro". 
Tan afanados, tan distraídos, tan convencidos. 

A veces nos ocupamos tanto en ver al futuro que nos dejamos caer en lo que aun no es pero quisiéramos fuese y entonces perdemos de vista el aquí y el ahora. 

Tener visión es tener bien agarrado el presente, agarrarlo tan fuerte que su hedor quede impregnado para siempre en nuestra esencia, para que no se nos olvide lo que un día sentimos, fuimos, vivimos, soñamos, amamos, extrañamos, anhelamos y podamos llegar a ese lugar, a ese futuro, empapados de vida. 

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