Un jardín al estilo francés con las flores más bellas, destinadas a ser bellas, planificadas para ser bellas, organizadas de tal manera que cualquiera que las vea, las vea bellas; exige de un profesionalismo que invoque a la perfección sin atreverse a soltarle de la mano si quiera un minuto, ni por causas humanas. Porque eso de ser humano ya no está de moda.
Hablando de flores, los jardines ingleses y los jardines americanos quieren pretender ser más espontáneos, más naturales, más exóticos. Pero al fin y al cabo: elaborados. Al fin y al cabo: artificiales. Florecitas sobreactuadas.
Seamos bruscos.
El océano es nuestra más grande lágrima y termina desembocando en el optimismo que no aprendemos, la valentía que no heredamos y la jefe de jefes señores, la ignorancia en la que reposamos.
Con la participación de Cortázar y sus jardines, Platón y sus aguas, Faciolince y sus olvidos que seremos.
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